CONCIENCIAS INCONSCIENTES
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CONCIENCIAS INCONSCIENTES

La madre de todas las confusiones políticas no es una idea básica equivocada o un valor esencial subvertido, sino la inmadurez para percibir la naturaleza del hecho social que más condiciona la vida y el carácter de los pueblos pobres: el poder político. Es revelador que en esta materia hayamos dimitido de la inteligencia que empleamos en los demás asuntos, y nos portemos como infantes inconscientes. Lo que creemos saber del poder es lo que dicen de sí mismos los poderosos. ¡Qué nos van a decir! Lo que diría cualquier pillastre. Que el poder lo tiene el pueblo. Que todo se hace por él y en beneficio de él.

Entiendo que se discuta sobre ideas y valores. Y que cada cual tenga los suyos. Pero es difícil de comprender, a pesar del recurso a las ideologías, por qué se resiste la condición del hombre moderno a reconocer, como simple cuestión de hecho, el estado político en que se encuentra. Es difícil comprender como la persona mínimamente cultivada se deja manipular tan burdamente en una maniobra de querer taparle los ojos con el fin de conseguir que tenga un celebro ciego.


Los políticos de ahora ya se han olvidado de ese hombre de paz que tantas manos levantadas motivó en el pasado. Dan rienda suelta a sus instintos primarios regocijándose en que juegan en un equipo que es capaz “de aniquilar” al otro. Ya no se quiere convencer al contrario, sino eliminar al enemigo, es cuestión de existencia (Carl Schmitt).


La guerra civil de Ucrania, que es lo que verdaderamente es, está alentada por políticos inmorales que juegan con almas y vidas que no les pertenecen, mientras ellos juegan al Monopoli y al Estratego en sillones de piel de búfalo dentro de solemnes despachos ovales.


En el 2014, con 14 mil muertos tras el golpe de Estado en #Ucrania, ninguna vida fue lo suficientemente valiosa para 5 minutos de Telediario. Ahora, los que en aquellos momentos estaban entretenidos en el mundo árabe e intentado encontrar sus propias mentiras “de armas de destrucción masiva”, dejando un polvorín de terrorismo por todos los países, quieren convertirse en los adalides de la paz (y el gas) en el mundo o mejor dicho, de nuestro mundo, armando hasta los dientes a pobres aprendices de brujo. Eso sí en suelo ajeno, que siempre es mucho mejor.


Y Europa, ¿qué ha hecho? Poco o nada. Sigue siendo un niño menor, queriendo jugar a ser grande. Una burocracia de inteseses corporativos al son de Alemania y Francia, que ahora están metidos en un jardín lleno de espinas. Una jugada trucada que nada tenía que ver con nosotros, la están jugando unos jugadores que llevaban sus propias cartas. Entre locos inmorales y autócratas con retoques en las fotos para que no se le vean los michelines anda la partida.


Sin duda, lo pagaremos caro. Usted y yo. La luz al #precio del caviar, y las hipotecas al precio de mansiones en la Costa de Ancona.


Pero recuerde, nos dicen que el poder lo tiene el pueblo. Y si no es así, la culpa la tendrá Rusia, que para eso está.




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